domingo, 29 de marzo de 2009

LOS CUARENTA BUDAS



No hay como la oportunidad de la boda de un hijo para aprender "como hay que festejar una boda en España". Y yo como buena madre-suegra quise colaborar para que todo saliera como querían los novios. Bueno, más la novia porque mi hijo lo único que tenía claro era que quería casarse con la mujer de su vida. Comenzamos la preparación de todo antes del verano para aprovechar las "rebajas" de fin de temporada claro. La boda fue en octubre. Y ese verano fue una carrera detrás de la ropa, zapatos, adornos, presupuestos, banquete, peluquería, familiares, trer a la abuela en avión, invitaciones, listas de invitados, número de mesas y cambio de comensales, recortes de la lista, agregados de la lista de invitados, elección del restaurante, elección del salón (si pastel, si azul....) y precios...precios...precios. Parecía sencillo.... sólo lo parecía...

Cuando ya a mediados de septiembre, entre arreglos de la casa, coches disponibles, la novia decidió que sólo daría un regalito a las mujeres que asistieran al banquete, después del tradicional corte de la tarta nupcial con la espada (regalo del restaurante).

La ví feliz pero agobiada. Así que me ofrecí a colaborar... sin saber exactamente cómo.

No quería caer en la tradicional rosa para las chicas y el puro para los hombres :-) Así que me fui a una tienda de chinos. ( Oh!! ya ves!!)

Elegí unas setenta velitas transparentes de colores, con caracoles, plantitas, cucharitas y estrellitas de mar (vivimos en la costa mediterránea) que se habían colocado en esa especie de cera gelatinosa y colorea

Preparé una infusión de menta fresca con pastitas y nos dedicamos a envolver cada una de esas velitas en papel transparente de celofán. Cerramos las bolsitas con moñitos hechos con cintas muy finas de colores que contrastaban con las velas. Llenamos una cesta de mimbre.
Quedaron muy llamativas...

Yo no se si fue el entusiasmo del logro del día anterior... si fue el alivio de una cosa menos que hacer....y que tacharíamos en la interminable lista... o fue simplemente que mi mente había llegado al límite de sus fuerzas...

Me desperté por la noche.... y se me fijó una idea: si teníamos un detalle para con las mujeres invitadas ¡qué descortesía no tenerlo con los hombres que asistirían al festejo!!!!

Lo cierto es que a primera hora de la mañana siguiente... volví a la tienda china... y con un empecinamiento propio del estado de ansiedad familiar que compartíamos desde hacía meses, busqué y busqué con afan eso tan exclusivo que quería agregar a la cesta de obsequios.

Después de una hora toqueteando todo... ¡Se hizo la luz!!.
Me deslumbraron unas estatuillas en miniatura de Buda. Yo he leído mucho sobre filosofía oriental porque me devuelve mucha de la paz que pierdo en mi ajetreo diario...pero no era para
tanto.
Conté las que quedaban....¡Había sólo veinte!

LLamé a la chinita dependienta y le pedí me consiguiera veinte más pero con la exigencia además de que fuera el modelo de la panza grande, el que representa la abundancia!!! No podía ser otro!!!
Se sonrió satisfecha ( a lo mejor sospechando que había sido un éxito la cantidad de fieles budistas convertidos que se sumarían a las listas de devotos) porque no creo que se haya impresionado por el importe... "eran baratos":-))
Yo también salí feliz de la tienda con mi bolsita con cuarenta Budas en la mano.

Abundancia de budas.


El aire fresco me dio en la cara.... y volví a mirar la bolsita... me asombré de sentir a los cuarenta budas moviéndose dentro. Tardé unos segundos aún en despertar....

No paré de reirme de camino a casa.
De más está decir que las dichosas estatuillas jamás fueron colocadas en la cesta de obsequios.
Las escondí durante dos meses después de pasada la boda.

Ahora adornan un mueble del dormitorio de mi otro hijo, también amante de la filosofía oriental.
Han pasado dos años de la boda y aún nos desternillamos de risa cuando lo cuento de nuevo.

Ah!! Olvidaba un "detalle" : Fue una boda de rito cristiano :-)

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