lunes, 26 de enero de 2009

INSTINTO DE SUPERVIVENCIA




Desde hace tres días sopla un viento huracanado en toda España. Aunque sabemos que no podemos controlar los fenómenos atmosféricos, nunca estamos preparados para los cambios. Han volado toldos, se han caído árboles, la arenisca se filtra por todas las rendijas y obliga a llevar gafas protectoras para que no se irriten los ojos.

Me ha contado el distribuidor del gas que le resulta difícil trabajar y que el día más difícil fue el sábado 24 de enero. En el polígono industrial, donde él carga su camión con bombonas, antes de salir a repartirlas por la ciudad, vio volcar dos traillers que estaban aparcados, sin carga. Yo estaba esa mañana en el parking de Renfe y vi volar desde un techo dos barreras de repuesto a cuatro metros por delante de donde yo me encontraba. Por suerte, nadie pasaba por allí en ese momento.

Ayer y hoy fueron mis días libres por fortuna (y para desgracia del compañero que cubre mi turno :-)).

Silba el viento metiéndose por todos los rincones. Vuelan papeles, bolsas, ramas de árboles. Se ha oído la sirena del camión de bomberos todo el tiempo, durante todos estos días.

Me he sucuchado en casa, a puertas cerradas, con las provisiones necesarias, con estufa encendida, mis libros, mi ordenador y mis hijos atendiendo sus cosas, dando vueltas por la casa. Ayer, por la tarde, un gatito blanco me miraba por la ventana que da al balcón. Yo no tengo gatos en casa porque jamás me lo permitiría mi perro Blackie que no está dispuesto a compartir trono. Pedía entrar. Se dejó acariciar por mi hija pero viendo a Blackie no se decidió. Él también seguramente se perdió y buscaba refugio. Por la tarde vino mi vecina de enfrente con sus niños a preguntar por él y se lo llevaron.

Pienso en las personas que no han podido cubrir sus necesidades básicas, que es en lo único que pensamos cuando volvemos a sentir el llamado del instinto de supervivencia, a veces acallado por la seguridad y el confort de la vida moderna. Y nos sentimos vulnerables, tal y como lo habrá sentido el hombre primigenio, refugiado en su cueva y con un buen fuego (ya descubierto) .

Doy gracias por tener lo que tengo, porque aunque me atrevo a compararme con el hombre del pasado en un simil literario, salvando las distancias, sé que lo único que nos asemeja es el miedo eterno a lo incontrolable.

sábado, 3 de enero de 2009

Este Año sin Cesta Navideña



En esta Navidad no recibimos por parte de la empresa Cestas de Navidad como todos los años. Hasta el Año pasado era de sagrado cumplimiento. No es que la caja viniese con un jamón ni embutidos ibéricos, como la que reciben los compañeros de la empresa que contrata a la mía (con el dinero ajeno es fácil....) pero no faltaban los turrones, chorizos, aceitunas, aceite de oliva, mazapán, queso, algunos vinos y claro nos acostumbramos al regalo!. Yo que tengo un cargo que me obliga a pasar las noticias de arriba a abajo y de abajo a arriba (entiéndase jerárquicamente) tuve que dar la mala nueva: este año no hay cesta! Es más, unos días antes de la Fiesta no me animaba ni a preguntarlo a mi jefe, porque lo sospechaba. Lo conozco desde hace cinco años y aunque no me creo todo lo que me cuenta sé cuando se aproxima un No.

_Pero...¿y no van a dar nada de nada a la gente este año?- pregunté

Me dijo que si, que tendrían un detalle pero que no sabía en qué consisitiría.

Me llegaron unos sobres con tickets canjeables por valor de 30 euros cada uno. Los más veteranos (acostumbrados a la caja que no se resignaban a tamaña pérdida de ilusión) se quejaron. Yo me quejé también poque me encantaba abrir la caja y ver lo que habían puesto allí dentro cada año. Me daba igual lo que hubiesen gastado (por cantidades el costo es muy bajo). Entiendo a mis compañeros, nos sentimos como niños, como cuando nos dijeron: "¿sabes quienes son los Reyes Magos?" Yo me quejé y les regalé los tickets a mis hijos que los cajearon en Pc City.

Lo que más me preocupa no son los tickets, lo que más me preocupa es que nos hemos acostumbrado a la "crisis" de este 2008. Todos nos hemos acostumbrado. Todos nos quejamos de los tickets de canje pero nadie los devolvió :-)

Última compra del sábado




Hoy, como todos los sábados faltaba la última compra. Yo no sé si a más gente le pasa lo mismo pero yo me las ingenio para que siempre falte algo "imprescindible". Es mi día libre y me gusta dormir una siestita.

Me desperté con una idea fija, pegada como con Poxipol en mi cabeza: comer magdalenas con unas gotas de Ron y dulce de leche (vivo en España pero no me olvido). Eran las seis de la tarde. Todavía estaba a tiempo de ir al supermercado donde hace unos días había visto el frasquito tan preciado y su precio claro! que no están las cosas como para llevármelo así como así, sin mirar etiqueta. Pensé preparar un simil de las "princesitas" de la confitería uruguaya (de la que tampoco quiero olvidarme). Digo simil porque las magdalenas sólo se parecen a la masa de las auténticas y el dulce de leche es Chimbote no es Conaprole. El Ron es internacional.


LLegué a mi casa con "mi tesoro" y puse dos magdalenas en un plato pequeño, con una cucharita pequeña le saqué una tapita ahuecando el centro, rocié con unas gotas de ron, rellené con dulce de leche y coloqué las tapitas sobre el dulce, como sombreritos.

Con un té con hojas de menta, me di el festín.

Los pequeños grandes momentos son los mejores de la vida.